Cómo elegir bien nuestra crema hidratante facial
Uno de los errores cosméticos que cometemos con más frecuencia es usar cremas inadecuadas para el estado de nuestra piel. Dos dermatólogas nos ayudan a minimizar el riesgo de error.
Es difícil resumir en un artículo el manual definitivo para elegir bien la crema hidratante facial que usamos a diario. Cada piel es un mundo y tiene unas circunstancias muy particulares que conviene valorar de forma específica. Sin embargo, existen ciertas recomendaciones generales que nos pueden ayudar a minimizar el riesgo de error y a escoger una crema afín a nuestras necesidades, siempre que estemos hablando de pieles sanas, ya que en el caso de existir patologías la prescripción de un dermatólogo es más que obligatoria. “Es complicado que nosotras nos podamos diagnosticar qué tipo de piel tenemos. Generalmente se tiende a pensar que la piel es grasa cuando se ve brillante y cuando descama es seca, pero no siempre es así. En muchas ocasiones la inflamación y la sequedad son sinónimos de exceso de producción de grasa, es por ello que siempre recomiendo que acudáis a un dermatólogo para que os haga un correcto diagnóstico de qué piel tenéis. Es un error llamar a la piel grasa, seca, mixta… La piel es o patológica o sana, y siempre hay que hacer un correcto diagnóstico de la piel y un manejo integral para cambiar la piel patológica a una piel sana. En mi práctica clínica diaria es muy frecuente que las pacientes acudan a mi consulta de dermatología después de cometer muchos errores, gastar mucho dinero y acudir a múltiples sitios o asesores que no son dermatólogos y no tienen un conocimiento integral de la piel como órgano», explica la dermatóloga y experta en cirugía estética facial Natividad Cano.
Asumida la importancia que tiene la prescripción experta para acertar, desvelamos recomendaciones básicas para no errar si decidimos hacer esa elección por nuestra cuenta.
La edad ayuda a orientar la elección, pero no es el factor más importante
Cada vez tiene menos sentido escoger las cremas solo por nuestra edad cronológica (la que figura en el DNI). Las barreras de la edad a la hora de clasificar las cremas se están difuminando para priorizar las necesidades de cada piel, independientemente de esa edad. Se trata, por tanto, de valorar la piel desde su edad biológica (la que realmente refleja). Sin embargo, que no sea un factor determinante no significa que la edad cronológica no nos pueda orientar: “La edad no siempre es una forma 100% factible para acertar. Las pieles de niños suelen ser pieles con una mayor tendencia a la deshidratación, son pieles más secas, dado que es en la pubertad cuando se tienden a activar las glándulas sebáceas y, por lo tanto, a producir grasa. Con la pubertad la piel es grasa, habitualmente. Cuando se acerca a los 30 la piel empieza a cambiar y es cuando tendemos a decir que tenemos una piel mixta, porque aún continuamos produciendo grasa pero ya hay pérdida de lípidos y de la cantidad de grasa producida por los cambios hormonales y comenzamos a notar zonas más secas y zonas más grasas (la zona T). Pasados los 40 la piel pasa a ser más seca, o al menos con una mayor tendencia a la deshidratación. Y las pieles más maduras, por encima de los 50, suelen ser secas debido a la menopausia”, explica la dermatóloga Elena Martínez, de Clínica Pilar de Frutos. Sin embargo, y aunque esto es un cuadro general, la experta insiste en la importancia que tienen otros factores a la hora de elegir, entre ellos la tipología de la piel y las condiciones temporales que atraviesa.
Se puede tener la piel grasa y deshidratada
La deshidratación es una de esas condiciones temporales que puede atravesar nuestra piel independientemente de que tenga tendencia a ser grasa, seca o mixta. “Esta condición puede tratarse y puede afectar a todo tipo de pieles. Una piel seca, mixta o grasa puede estar deshidratada ya que es una piel con falta de agua. Esta condición puede producir una sensación desagradable de picor, escozor y tirantez. A diferencia de la piel seca, la piel deshidratada puede llegar a pelarse, no aparecen esas grandes escamas de la piel seca, pero sí se pela con facilidad. Mas que una piel pálida, típica de las pieles secas, la deshidratación da un aspecto de piel apagada y sin brillo”, explica la experta de Clínica Pilar de Frutos.
¿Cómo saber que tipo de piel tengo?
Ya nos avanzaba Natividad Cano que clasificar la piel solo atendiendo a tipologías tradicionales (seca, mixta o seca) puede inducir a errores ya que hay factores que podemos asociar a una piel seca -como puede ser inflamación o sequedad- y, en cambio, pueden ser sinónimo de exceso de producción de grasa. Sin embargo, sí existen ciertos rasgos o indicadores más habituales que pueden afinar nuestra búsqueda de crema en función de la tendencia de nuestra piel. Así lo explica la doctora Martínez:
- Piel con tendencia a la sequedad. “La piel seca es una piel con la que vamos a convivir el resto de nuestra vida, es una piel con falta de lípidos y ácidos grasos esenciales y a la que tendremos que cuidar y mimar. La piel seca se define por la sensación desagradable en la piel que se intensifica sobre todo después del baño. Una piel seca va a generar sensación de picor, incluso escozor y malestar, la piel se siente tensa y rugosa. Se percibe por el resto como una piel pálida, con aspecto desvitalizado y con pérdida de elasticidad. En este tipo de pieles las irregularidades van a ser mucho mas notorias, es decir, a nivel facial, por ejemplo, las arrugas mas finas se percibirán como más gruesas y profundas», explica la experta.
- Piel con tendencia grasa. “Son pieles con brillos, con los poros más dilatados, no necesariamente sucios o con puntos negros, pero sí de mayor tamaño, sobre todo en la zona perinasal. Es una piel de aspecto más grueso en la que serán menos evidentes las arrugas pero no los poros”, afirma.
- Piel con tendencia a la irritación. “Son pieles que con cualquier crema que usen se irritan o, al menos, se ponen rojas de forma intensa y casi inmediata a la aplicación del producto. También con los cambios de temperatura y esta rojez se asocia a sensación de tirantez en la piel», explica.
Consejos básicos para escoger
Insistimos en la necesidad de hacer una valoración trasversal de la piel y no atender solo a si tiene tendencia a la sequedad o a la grasa. Pero como recomendaciones generales para no cometer errores, la doctora Martínez insiste en estos consejos básicos:
- Una piel joven sin patologías puede usar hidratantes ligeras o geles con ácido hialurónico.
- Para las pieles más secas es preferible usar cremas barrera. “Las pieles secas, que no deshidratadas, son pieles con deficiencia en lípidos. Estas pieles tienen una mayor tendencia a sufrir patologías en las que la pérdida de la integridad cutánea es el factor desencadenante fundamental como el eczema, la pitiriasis alba o la queratosis pilar. Por tanto, habrá que usar cremas que contengan ceramidas y lípidos que restauren la bicapa lipídica de la piel”, explica.
- Las pieles mixtas pueden usar cremas con ácido hialurónico en textura gel o gel-crema y algunos días en semana aplicar hidratantes más nutritivas con ceramidas.
- Las pieles más grasas se pueden decantar por sérums hidratantes con ácido hialurónico o cremas ligeras con ácido glicólico para controlar también las imperfecciones de acné.
- Para las pieles deshidratadas lo más recomendable son las cremas con ceramidas.
Retinol y vitamina C, una mezcla infalible
Aunque será necesario adaptar el nivel de concentración de retinol a usar en cada caso, Natividad Cano alaba las bondades de este activo a nivel general a la hora de elegir una crema hidratante. “El retinol es un regenerador celular y un estabilizador de la función barrera de la piel. Favorece el proceso de formación de piel nueva, piel sana y a la vez favorece la eliminación de la piel previa, la piel que no nos interesa, la piel que queremos cambiar. Crea piel nueva favoreciendo la luminosidad y la homogeneidad, en definitiva, una piel más sana que se traduce en una piel bonita. El retinol, no solo mejora la piel a niveles superficiales, también favorece la creación de colágeno y elastina, los componentes de la zona donde se apoya la epidermis y que se traduce en mejoría de la tersura y jugosidad de la piel. Todas las pieles se van a beneficiar de este componente a distintas concentraciones y con distinta posología”, explica la experta, que recomienda usar durante el día hidratantes de baja concentración de retinol, junto con vitamina C y fotoprotección. Por la noche se puede usar retinol de alta concentración y alta tolerancia.
¿Cómo saber si he elegido bien y la crema me está funcionando?
Las cremas no son milagrosas y, por tanto, hay que darles tiempo y esperar una media de 6 semanas para ver resultados. En el caso de las hidratantes, podemos ver esos efectos de forma más rápida, sobre todo en la sensación de confort que provocan en nuestra piel en el momento de usarlas. De hecho, si usamos una crema no adecuada, vamos a verlo rápido. “Cuando la piel tiene tendencia a la irritación y la crema no es la adecuada, el efecto es inmediato. Es decir, si va mal se ve desde el principio, la piel se pone roja, tirante y con sensación de escozor”, señala la experta de Clínica Pilar de Frutos.
La importancia de usar primero un principio activo y una crema hidratante después
La función de la crema hidratante es la de mantener el agua en el interior de nuestra la piel para que no se deshidrate. Sin embargo, si necesitamos tratar problemas concretos, suele ser necesario preceder su uso de principios activos en forma de sérum o tratamientos específicos para tratar arrugas, luminosidad, manchas en la piel…
Cuidá tu piel con nuestros elegidos
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Fuente: Vogue España