Las 4 cosas imprescindibles que hay que hacer para recuperar la buena piel tras el verano
El verano es una época en la que solemos exponernos al sol durante largas horas, lo que puede tener un impacto negativo en nuestra piel. La sobreexposición al sol, la sal del mar, el cloro de las piscinas y la falta de hidratación pueden hacer que nuestra piel luzca apagada, reseca y con signos de envejecimiento prematuro al finalizar la temporada estival.
Sin embargo, con los cuidados adecuados es posible recuperar la buena salud y aspecto de la piel después del verano. A continuación, te mostramos las 4 cosas imprescindibles que debes hacer para lograrlo.
Exfoliar la piel
Una de las primeras medidas que debes tomar para recuperar la buena piel tras el verano es exfoliarla. Durante la temporada estival, la piel tiende a acumular células muertas, bronceadores, lociones y otros productos que pueden obstruir los poros y dar lugar a imperfecciones. La exfoliación ayuda a eliminar estas impurezas, promoviendo la regeneración de la piel y favoreciendo su luminosidad.
Puedes optar por exfoliantes químicos o físicos, dependiendo de tu tipo de piel y preferencias. Es importante no excederse en la frecuencia de la exfoliación, ya que un exceso de esta puede irritar la piel y causar daños. Se recomienda realizar la exfoliación una o dos veces por semana para obtener los mejores resultados.
Hidratar la piel
La hidratación es clave para mantener la piel saludable y radiante. Después de la exposición al sol y otros factores agresivos del verano, la piel tiende a deshidratarse, lo que puede provocar sequedad, descamación y falta de luminosidad. Es importante restablecer los niveles de hidratación de la piel para mantenerla en óptimas condiciones.
Para hidratar la piel, es recomendable utilizar cremas y lociones hidratantes específicas para tu tipo de piel. Opta por productos que contengan ingredientes humectantes como ácido hialurónico, glicerina, ceramidas o aceites naturales. Aplica la crema hidratante después de la ducha, mientras la piel está aún húmeda, para potenciar su efecto.
Proteger la piel del sol
Aunque el verano haya terminado, es importante seguir protegiendo la piel del sol para prevenir daños futuros y mantener su salud a largo plazo. La exposición solar prolongada puede acelerar el envejecimiento de la piel, provocar quemaduras solares y aumentar el riesgo de cáncer de piel. Por ello, es fundamental aplicar protector solar a diario, incluso en días nublados o de menor intensidad de luz solar.
Elige un protector solar con un factor de protección (SPF) adecuado a tu tipo de piel y a las condiciones climáticas. Aplica el protector solar unas 30 minutos antes de salir al aire libre y reaplica cada 2 horas, especialmente si estás expuesto al sol durante períodos prolongados. Recuerda también proteger las zonas sensibles del cuerpo, como el rostro, cuello, escote y manos.
Seguir una dieta equilibrada
La alimentación juega un papel crucial en la salud de la piel. Consumir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas, grasas saludables y agua es fundamental para mantener la piel sana y radiante. Durante el verano, es común descuidar la alimentación y optar por comidas rápidas, procesadas y poco nutritivas, lo que puede afectar la apariencia y textura de la piel.
Incluye en tu dieta alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas A, C y E, y ácidos grasos omega-3, que ayudan a proteger la piel contra los daños causados por los radicales libres, favorecen la producción de colágeno y mantienen la hidratación cutánea. Reduce el consumo de alimentos procesados, azúcares refinados y grasas saturadas, que pueden contribuir a la inflamación y al envejecimiento prematuro de la piel.
Dormir lo suficiente
El descanso adecuado es vital para la regeneración y reparación de la piel. Durante el sueño, el cuerpo lleva a cabo procesos de recuperación celular, eliminación de toxinas y síntesis de colágeno, lo que contribuye a mantener la piel en buen estado. La falta de sueño puede afectar la salud cutánea, provocando ojeras, arrugas, falta de luminosidad y flacidez.
Intenta dormir al menos 7-8 horas cada noche para permitir que la piel se regenere y se renueve de manera adecuada. Establece una rutina de sueño regular, evita el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarte, crea un ambiente propicio para el descanso y practica técnicas de relajación si tienes dificultades para conciliar el sueño.
Mantenerse activo físicamente
El ejercicio regular no solo beneficia la salud general del cuerpo, sino que también tiene efectos positivos en la piel. La actividad física aumenta la circulación sanguínea, lo que favorece el suministro de nutrientes y oxígeno a las células de la piel, promoviendo su regeneración y nutrición. Además, el ejercicio contribuye a eliminar toxinas a través del sudor, mejorando la apariencia y textura de la piel.
Incorpora en tu rutina diaria actividades físicas como caminar, correr, practicar yoga, nadar o realizar ejercicios de fuerza. Elige actividades que disfrutes y que se adapten a tus necesidades y capacidades físicas. Recuerda también mantener una buena hidratación durante el ejercicio y proteger la piel del sol si realizas actividades al aire libre.
En conclusión, recuperar la buena piel tras el verano requiere de cuidados específicos y constantes que ayuden a restaurar y mantener la hidratación, luminosidad y salud de la piel. Siguiendo las 4 cosas imprescindibles mencionadas y adoptando hábitos saludables en tu rutina diaria, podrás disfrutar de una piel rejuvenecida y revitalizada después de la exposición estival. No olvides consultar a un dermatólogo si presentas problemas cutáneos persistentes o dudas sobre cómo cuidar tu piel de forma adecuada. ¡Tu piel te lo agradecerá!
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Fuente: Belleza Estética