¿Para qué sirven las mascarillas faciales?
La mayoría de mujeres olvidan la utilidad de este cosmético, que es un imprescindible en el cuidado del rostro ya que contiene múltiples propiedades para la dermis.
El mundo de la belleza no deja de crecer y cada día hay más cosméticos al mercado para satisfacer las demandas de cualquier mujer. La variedad abunda, tanto en tipos de productos como en horquilla de precios, permitiendo así que toda persona pueda acceder al tratamiento que más se adecue ya sea a su rostro o a su bolsillo. Cremas, exfoliantes, tónicos, iluminadores y sérums se acumulan en el armario femenino, la mayoría de las veces sin saber sacarle el máximo beneficio. De todos ellos, hay un producto que cada vez está quedando más en el olvido sin tener en cuenta sus altas propiedades: las mascarillas.
Estos ungüentos multifunción se confunden generalmente con las cremas convencionales y de uso diario, pero su diferencia reside en que ofrecen a la piel del rostro un extra de ventajas. En general, aportar hidratación, limpieza y luminosidad, así como otras propiedades específicas como efecto anti-edad o corrector, según cada producto. Así, una mascarilla se presenta como un todo en uno capaz de incidir en el mantenimiento y la belleza de la dermis facial.
A diferencia de las cremas, «sus fórmulas contienen altísimas concentraciones de principios activos, lo que las hace actuar en tiempo récord, de una forma casi instantánea», explica a El Mundo Mª Jesús Herranza, responsable de formación de los laboratorios Carita y Déclor. Además, las mascarillas no solo actúan en la capa superficial de la piel, como es el caso de las cremas convencionales, sino que también tienen efecto en la epidermis más profunda.
Pero, ¿cuándo se debe usar una mascarilla? Esta es la principal duda que tienen la mayoría de mujeres y es que cabe tener en cuenta que no se deben usar cada día, sino de forma semanal. El cuidado diario de la dermis debe incluir la limpieza, la hidratación y la aplicación del serum específico que necesite cada persona, pero la aplicación de la mascarilla, debido a su concentrado, se debe limitar a una vez a la semana. Aunque su efecto es inmediato a nivel superficial, sus efectos en las capas más profundas de la piel puede incluso tardar días.
Hay distintos tipos de mascarillas y cada individuo debe encontrar la que mejor se adapte a sus necesidades a fin de optimizar al máximo sus beneficios. De toda la oferta del mercado, destacan cuatro:
1.- Las hidratantes. Orientadas a personas con pieles secas o muy secas, ya que calman la tirantez de la piel gracias a componentes como el aceite de Karité o de germen de trigo o el extracto de caléndula o manzanilla.
2.- Las purificantes. Sirven para aportar luz e intensificar la limpieza semanal de cualquier piel, y ayudan a eliminar impurezas y controlas la segregación del sebo.
3.- Las calmantes. Idóneas para pieles sensibles ya que calman brotes y relajan la dermis, eliminando así rojeces y tiranteces.
4.- De efecto flash . Aportan acido hialurónico, colágeno, vitaminas y extractos vegetales a través de su formato antifaz elaborado con microfibras, que ayudan a que la piel absorba rápidamente todos los componentes activos, que se van liberando sobre la piel en forma de «invernadero».